La Capilla palatina
Vista en corte de la capilla palatina.
La capilla palatina se encontraba al otro lado del complejo palatino, hacia el sur. Estaba unida al aula regia por medio de una galería de mampostería. Dicha capilla representaba el otro aspecto del poder de Carlomagno, el poder religioso. El papa León III consagró el edificio en el año 805,[9] consagrándolo a la Virgen María.
Los clérigos encargados de la capilla ocupaban varios edificios, que presentaban una planta en forma de cruz latina: al este una curia, al norte y al sur unas oficinas o áreas de trabajo y al oeste un antecuerpo (Westbau)[ y un atrio con exedras. Sin embargo, la pieza central era la capilla, cubierta por una cúpula octogonal, con un diámetro de 16,54 metros y una altura de 31 metros.[23] [24] Ocho macizos pilares soportaban el empuje de las grandes arcadas. En la planta baja, una nave colateral rodea la nave situada bajo la cúpula; allí es donde se encontraban los servidores del palacio.[25]
El trono de Carlomagno en la capilla palatina.
Las dos plantas superiores (tribunas) daban al espacio central a través de vanos de medio punto, estando sostenidas por columnas. El perímetro interior formaba un octógono, mientras que el lado exterior formaba un polígono de dieciséis lados. La capilla poseía dos coros, emplazados a este y a oeste de la misma. El monarca se sentaba en un trono formado por placas de mármol blanco, en la primera planta, al oeste; estaba acompañado por los más próximos de la corte. De este modo, podía gozar de vista hacia tres altares: el del Salvador, justo enfrente, el de la Virgen en la planta baja y el de san Pedro, al fondo del coro oriental.
Carlomagno había querido una suntuosa decoración para adornar su capilla: había hecho fundir en una fundición cercana a Aquisgrán puertas macizas de bronce. Los muros se hallaban revestidos de mármol, así como de piedras policromadas.[26] Las columnas, aún visibles hoy en día, fueron arrancadas de edificios de las ciudades italianas de Rávena y de Roma para su reutilización en el edificio, con la autorización del papa Adriano I.[27]
Vista interior del octógono.
Los muros y la cúpula estaban cubiertos por mosaicos, realzados por luminarias y por la luz exterior que penetraba por los ventanales. Eginardo, en su Vida de Carlomagno (escrita hacia 825-826), nos transcribe una descripción del interior de la capilla palatina:
[...] También construyó [Carlomagno] en Aquisgrán una basílica de extrema belleza, que adornó con oro y plata y candelabros, así como de balaustradas y puertas macizas de bronce; y, como no podía procurarse en otra parte las columnas y los mármoles necesarios para su construcción, las hizo venir de Roma y de Rávena. [...] La dotó en abundancia, con vasos sacramentales de oro y de plata y con una cantidad suficiente de vestimentas sacerdotales [...].[28]
[editar] Simbolismo
Vista del octógono de la capilla.
Eudes de Metz tuvo en cuenta el simbolismo cristiano de cifras y números. El edificio estaba concebido como una representación de la Jerusalén celestial (es decir, del reino de Dios), tal como aparecía descrita en el Apocalipsis.[29] El perímetro exterior de la cúpula medía exactamente 144 pies carolingios, mientras que el de la Jerusalén celestial, ciudad ideal planificada para los ángeles, es de 144 codos. El mosaico de la cúpula, hoy cubierto por una restauración del siglo XIX, mostraba la figura de Cristo mayestática acompañado por los 24 ancianos del Apocalipsis. Otros mosaicos, en las bóvedas de la nave lateral, recuperan dicha temática al representar a la Jerusalén celestial. Finalmente, el trono de Carlomagno, emplazado en el primer piso al oeste, se hallaba sobre el séptimo escalón de un estrado.
jueves, 8 de octubre de 2009
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No seleccionas, mucho copia y pega.
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